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jueves, 2 de julio de 2009

yo anularé mi voto

Anular es Votar

Denisse Dresser

Anular es votar. Es participar. Es ir a la urna y depositar una boleta para expresar el descontento con un sistema democrático mal armado, que funciona muy bien para los partidos pero muy mal para los ciudadanos.
Hemos construido una democracia parcial en la cual existe la capacidad de votar pero no de sancionar. Es como si usted -lector o lectora- contratara a un empleado, le pagara el sueldo durante los próximos tres años, y no pudiera despedirlo o castigarlo si su desempeño es malo, o atenta contra el bienestar de la empresa. Eso es, en efecto, lo que hemos venido haciendo: votando por personas a las cuales nunca volvemos a ver, cuyo comportamiento en el Congreso desconocemos, cuyo incentivo para representarnos es nulo porque al final de su periodo saltarín a otro puesto. Porque no hay reelección pero sí¬ hay trampolí¬n; porque nos han otorgado la capacidad para llevar a alguien al poder, pero no contamos con instrumentos para asegurar que lo ejerza en nuestro nombre. LA ANULACIÓN NO BUSCA ACABAR CON LA DEMOCRACIA SINO AUMENTAR SU CALIDAD Y SU REPRESENTATIVIDAD. LA ANULACIÓN NO INTENTA DINAMITAR EL SISTEMA DE PARTIDOS SINO MEJORAR SU FUNCIONAMIENTO.

Anular es votar. Es contribuir. Es ir a la urna y votar por "Esperanza Marchita" o por cualquier candidato independiente, usando el Único instrumento con el cual contamos. El Único mecanismo -imperfecto, difuso, chato- que nuestra democracia trunca ofrece hoy en día.
PORQUE LLEVAMOS AÑOS PIDIENDO QUE LOS PARTIDOS DEMOCRATICEN EL SISTEMA, SIN QUE LO HAYAN HECHO.
PORQUE LLEVAMOS AÑOS EXIGIENDO QUE COMBATAN LA CORRUPCIÓN, SIN QUE HAYAN MOSTRADO LA MENOR DISPOSICIÓN A ELLO.
PORQUE LLEVAMOS PERIODO LEGISLATIVO TRAS PERIODO LEGISLATIVO DE BANCADAS QUE CONGELAN INICIATIVAS PROMETIDAS DURANTE LA CAMPAÑA Y ARCHIVADAS CUANDO LLEGAN AL PODER.
PORQUE QUEREMOS AYUDAR DESDE AFUERA A LOS QUE ESTÁN INTENTANDO REFORMAR DESDE ADENTRO; A AQUELLOS QUE ENFRENTAN COTIDIANAMENTE LA RESISTENCIA DE PARTIDOS AUTISTAS QUE DEFIENDEN INTERESES ENQUISTADOS.

Y esa inercia no se puede combatir -ya lo hemos visto- con lo que algunos proponen como solución.

No basta con formar otro partido, si acaba corrompiéndose para sobrevivir. No basta con cabildear a los legisladores, si su futuro no depende de escuchar a los ciudadanos sino de disciplinarse ante su líder parlamentario o algún poder fáctico.
No basta con organizar otro foro -como los tantos que hubo en torno a la reforma del Estado- para fomentar la discusión si ese foro va a terminar siendo ignorado. El problema fundamental del sistema político es la ausencia de mecanismos que le den a la ciudadanía peso y voz.
Los incentivos del sistema político están mal alineados: los legisladores no necesitan escuchar a la ciudadanía ni atender sus reclamos, porque la longevidad política no depende del buen desempeño en el puesto.
Entonces, la anulación no busca destruir el andamiaje institucional sino centrar la atención en sus imperfecciones y en lo que falta por hacer y mejorar.

Anular es votar. Es tratar de componer lo que está descompuesto. Es usar esta oportunidad para cambiar un sistema que privilegia la rotación partidista por encima de la representación ciudadana. Es usar esta oportunidad para rediseñar las reglas y no solo votar para darle un par de curules más al PRD o al PAN.
La anulación no entraña dejar en manos de otros la decisión, sino crear las condiciones para que los ciudadanos verdaderamente cuenten. La anulación no entraña fortalecer el "voto duro", sino crear condiciones para que se vea reemplazado por el voto ciudadano.

Para que el acarreo corporativo vaya perdiendo peso conforme aumente la participación de personas que creen en las instituciones en vez de desconfiar de ellas. Para que en lugar de cortejar a Elba Esther Gordillo o a Valdemar Gutiérrez, los partidos se vean obligados a cortejar a personas como usted.

ANULAR ES VOTAR. ES CONTRIBUIR.

Es diagnosticar problemas con la intención de proponer soluciones. Es apelar a los partidos para que comprendan la crisis de representación que han creado y busquen maneras de afrontarla. Y aunque el movimiento impulsado entre tantos mexicanos reúne diversos reclamos, parece haber consenso en torno a algunos ejes.

La necesidad de darle a los ciudadanos una forma de castigar o premiar a sus representantes.

EL IMPERATIVO DE LAS CANDIDATURAS CIUDADANAS INDEPENDIENTES. LA REDUCCIÓN DEL FINANCIAMIENTO PÚBLICO A LOS PARTIDOS. LA POSIBILIDAD DE INCORPORAR FIGURAS DE PARTICIPACIÓN DIRECTA COMO EL PLEBISCITO Y EL REFERENDUM.

LA PROPUESTA DE ATAR EL VOTO NULO A LA CANTIDAD DE RECURSOS QUE SE DESTINA A LOS PARTIDOS.

Todo ello con la intención de fortalecer la democracia y asegurar su representatividad. Todo ello con la intención de empujar a los partidos a enarbolar reformas que tanto resisten. Porque como decía Barack Obama a lo largo de su campaña presidencial: "el poder nunca concede por su propia cuenta". Y la anulación del voto es una forma de obligar a que lo haga en nuestro nombre.

¡Ir a las urnas!

Ricardo Rocha

Detrás de la Noticia

02 de julio de 2009

Yo digo que es no sólo un estricto derecho sino una feliz obligación. Yo digo que hay que ir no únicamente por los héroes que dieron vida para que tengamos patria, sino por los millones de ciudadanos anónimos que a lo largo de todos estos años han venido construyendo con su voz, con sus marchas y sus votos esto que llamamos democracia: el peor de los sistemas de gobierno, exceptuando todos los demás.

Una democracia que junto a la política han sido degradadas un día sí y otro también en este país. Pero no por sí mismas sino por el uso que de ellas hacen los políticos supuestamente democráticos. Todos, los de cualquier partido, están ahí no para dar soluciones sino para dar vergüenza: cambian de emblema y de convicciones con la misma rapidez con que las hetairas ascienden y descienden la prenda más íntima; igual ensucian todo lo que tocan, sus propios partidos con elecciones fraudulentas y el IFE y el TEPJF con sus cuotas partidistas y toda suerte de trácalas; también estafan a la nación con presupuestos millonarios, sus autos de lujo, sus vinos y comilonas y cuantas prebendas engullen para sus panzas gigantescas; y casi lo peor de todo, viven del engaño, maestros del disfraz y la apariencia son mentirosos de tiempo completo entre ellos y hacia nosotros; con decirles que en unos cuantos años han denigrado no sólo el ejercicio de la política, sino el valor de ese patrimonio común que son las palabras.

Hay, desde luego, unas cuantas excepciones que, sin embargo, no hacen sino confirmar la regla.

Todo eso es cierto. Pero también lo es que no podemos seguir así. Por eso estamos obligados a la pepena electoral. A hurgar entre la basura para encontrar de lo perdido lo que aparezca. Y votar por él o por ella. Y en última instancia ejercer nuestro sacrosanto derecho a la anulación. Que no es, por cierto, ni traición a la patria ni simulación ni berrinche ni indecisión ni venganza, como quieren hacer ver algunos. Se trata, en cambio, de un ejercicio que sí es tomado en cuenta en regímenes democráticos más avanzados.

Una posibilidad que por cierto se ha visto notablemente enriquecida por agrupaciones ciudadanas diversas a través de foros de análisis y discusión. Pero sobre todo con la realización de encuestas de salida este domingo 5 de julio, que ahora le dan un nuevo sentido al voto nulo para que deje de ser tan sólo un voto de rechazo. Se trata de conocer las razones que han llevado a cada quien a tomar esta decisión. Para que quede claro que de ninguna manera el voto nulo atenta contra la democracia, sino —por el contrario— pretende fortalecerla.

Por eso se incluirán también preguntas sobre temas de una agenda ciudadana que puede ser propuesta al próximo Congreso con asuntos torales como reducción de dineros para partidos, el referendo, el plebiscito, la consulta popular, la revocación del mandato y la rendición de cuentas para funcionarios y representantes populares. No es poca cosa.

Por todo eso y más, yo digo que ¡hay que ir a las urnas!